Y su catedral es el hipódromo de Happy Valley. Esa noche, el pozo se había acumulado seis veces. Cerca de un millón de personas había apostado, el equivalente a uno de cada siete habitantes. En un edificio de oficinas frente a la pista, dos estadounidenses observaban los monitores. Una a una, el software fue filtrando las apuestas perdedoras hasta que solo quedaron De ellas, 35 habían acertado los ganadores de dos carreras, y pagaban un premio de consuelo. Coladonato estuvo de acuerdo. Tomaron los tickets y se fotografiaron con ellos antes de guardarlos en una caja de seguridad. No es la gran cosa, pensó Benter.
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Turf : hípica
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